Inteligencia Colectiva - El Poder de la Web

IdeaStorm (Dell Computers), InnoCentive y Netflix Prize son tres ejemplos sorprendentes y muy reales sobre como la manera en que trabajamos y nos relacionamos está cambiando. Estas tres iniciativas sacan provecho de la inteligencia colectiva de los miles de usuarios que navegan por la web y están dispuestos a contribuir con sus conocimientos a la mejora de prácticamente cualquier cosa que se les proponga.

Grandes empresas como Procter & Gamble, IBM, Dell Computers se han dado cuenta que invertir grandes sumas de dinero en I&D es menos rentable que abrir un concurso en la web y dejar que el billón (si, has leído bien, billón) de internautas que la navegan envíen sus propuestas para resolver problemas, crear nuevos productos, buscar fórmulas matemáticas y en resumen, encontrar respuestas que de otra manera probablemente nunca tendrían.

Todavía más sorprendente resulta que el gobierno norteamericano haya decidido asignar una partida de varios millones de dólares para proyectos dirigidos a todas aquellas personas que deseen participar en, por ejemplo, encontrar la cura para enfermedades que los laboratorios no están interesados en investigar ya que, por el tipo de público al cual irían dirigidos los medicamentos, no les resultaría rentable.

Jeff Howe en su libro “Crowdsourcing” nos explica como desde el diseño de camisetas a la cura del cáncer pasando por todo tipo de productos y servicios se están “lanzando” a la web con excelentes resultados pues, tanto de forma práctica como científica, ha quedado comprobado, una vez más, que el poder del grupo es mayor que el de cualquiera de sus componentes individuales.

Curiosamente hay otros aspectos a añadir, por ejemplo, la diversidad de los grupos hace que se presenten soluciones que a los expertos se les escapan porque ni siquiera las tendrían en consideración. En otros casos, la predisposición a compartir conocimientos (fórmulas, diseños, conceptos) plantea un interrogante al futuro de las patentes y de los monopolios por parte de grandes empresas que pagan por ellas y, evidentemente, no las comparten. Un claro ejemplo de esto es Wikipedia, la enciclopedia de la web en la que participan miles de personas y sin jerarquía ni un orden establecido han hecho de esta página una de las más visitadas.

Imaginemos, por ejemplo, que yo tengo una idea excelente sobre como mejorar el servicio en un hotel y la cuelgo en una web especializada, a esa idea se le añade otra que la mejora, otra que le da un giro diferente, otra que menciona los posibles problemas de implementarla, otra que sugiere derivaciones de mi idea hacia otros servicios y así sucesivamente. Sin lugar a dudas, mi idea original se verá mejorada considerablemente con las aportaciones de todos los demás. ¿Qué tal si vamos un paso más allá y por ejemplo aplicamos la misma técnica cuando hay un problema en la empresa? Lanzamos el problema al “grupo” y dejamos que sean los trabajadores los que hagan sugerencias, propongan soluciones, den nuevas ideas. No solo damos a todos la oportunidad de participar y sentirse parte de algo sino que además utilizamos ese potencial creativo que todos tenemos para buscar una solución que, como mínimo, será mucho más variada que la que puedan proporcionar los expertos de la empresa.

La innovación no está solo en los equipos informáticos y en los aparatos eléctricos. Los procedimientos también pueden innovarse y a la mayoría de las empresas no les vendría mal hacer una revisión y un cambio de los sistemas que han venido utilizando hasta la fecha.

Sacar provecho de la inteligencia colectiva de su personal, simplificar procedimientos y utilizar el poder de la web para poner en práctica nuevos métodos de trabajo son solo algunas de las cosas que los directivos pueden hacer para empezar a fomentar la creatividad y la innovación en sus empresas.

Maria Rosa Serra
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