Cuando se pierde de vista el sentido común.

Con el paso del tiempo uno se da cuenta que muchos de los conocimientos que adquirimos son fruto de nuestra experiencia diaria. ¿No os ha sucedido alguna vez que escuchando a un profesor/ponente/experto, etc. de pronto tenéis la sensación de que lo que está diciendo no es más que la aplicación de la lógica y el sentido común?

Recientemente en una comida familiar mis suegros comentaban que habían dejado de ir a un supermercado porque, a pesar de los bajos precios y las múltiples ofertas, no soportaban a la supervisora o responsable de la tienda que recientemente se había incorporado.

La conversación fue algo así como:

  • Suegra: “Que pena, realmente tienen buenos productos”
  • Suegro: “Y el personal era muy amable”
  • Suegra: “Desde que ha entrado esa chica, se han marchado casi todas las cajeras que llevaban allí muchos años”
  • Suegro: “¿Te has fijado que cada semana hay personal nuevo?”
  • Suegra: “Los vecinos me ha comentado que ellos tampoco van y creo que mucha de la gente que nos encontrábamos en ese super ahora va al que está en el polígono”

Si prestamos atención a las conversaciones y a las cosas que pasan en nuestro entorno, podemos captar y descubrir tantas cosas que resulta sorprendente la cantidad de “Responsables” que pierden el contacto con sus equipos y – detrás del logro de unos resultados al precio que sea – dejan por el camino clientes disgustados, trabajadores resentidos y, para darle un toque “cuántico”, vibraciones muy negativas.

Me pregunto, a los responsables de ese supermercado ¿no se les ocurre pensar a que se debe esa disminución en las ventas, esa rotación de personal y ese mal ambiente que se respira cuando se acercan al establecimiento?. Imagino las respuestas: “Ha bajado el número de clientes porque hay crisis” (teoría difícil de sostener cuando se trata de un super donde venden lo más básico a precios bajos), en cuanto al personal, “Ya se sabe, la gente hoy día no quiere trabajar” (tampoco se les ocurre preguntarse porqué en el supermercado de la competencia las cajeras llevan tanto tiempo que ya las conocemos por su nombre).

Este simple ejemplo, llevado a otros ámbitos de la empresa, es un patrón que lamentablemente se repite con mucha frecuencia.

Os invito a que hagáis una reflexión y os preguntéis:

  • ¿Cuándo fue la última vez que miré mi trabajo desde el punto de vista del cliente (interno/externo)?
  • ¿Desde cuando no me reúno con mis subordinados a explicarles los planes de la empresa, los resultados y/o todo aquello que directa o indirectamente puede afectarles?
  • ¿Cuánto hace que no me he replanteado una nueva forma de hacer las cosas? ¿De innovar? ¿De cambiar? ¿De revisar?
  • ¿Sé que es lo que motiva realmente a mi equipo o asumo que es lo mismo que me motiva a mí?

Maria Rosa Serra
www.aHbrentus.com