Acabo de regresar de Estados Unidos a donde de vez en cuando me gusta ir para ver que se cuece a nivel de “management” y, en esta ocasión, porque también me interesaba averiguar como estaban haciendo frente la población a la famosa crisis económica.
EE.UU. es un país que o bien levanta pasiones o, por el contrario, genera grandes odios. Yo procuro no decantarme hacia ninguno de los dos extremos y, como todo en esta vida, quedarme con aquello que encuentro positivo y que puede aportar valor al trabajo que realizo.
Esta vez me llamó la atención que, a pesar de las muchas noticias sobre crisis y demás desastres económicos, la gente se mostraba optimista, la mayoría tenía un discurso en positivo y prácticamente todos estaban convencidos de que Obama haría un gran labor.
No soy economista, ni gurú de las finanzas, ni analista internacional pero – como persona de a pie – la sensación que me llevé fue la de que son conscientes de que tienen problemas y se están organizando para arreglarlos. El pragmatismo por encima de todo.
Por otra parte, me sorprendió una vez más el excelente servicio y la predisposición de la mayoría de las personas que trabajan de cara al público para facilitar la vida al cliente. Como viajábamos con gente mayor y alguno que otro con problemas de salud, hicimos alguna petición especial respecto a la alimentación, a los desplazamientos y a los horarios; la respuesta habitual solía ser “no problem”.
Crisis o no, todos los establecimientos contaban con el personal necesario para dar un buen servicio y ese personal tenía la actitud correcta para tratar con el público. Nos atendieron personas de 16 años y personas de 75, nos atendió gente de todas las nacionalidades y “pintas” posibles y el denominador común fue la sonrisa. ¿Que son ingenuos? ¿Que son incultos? ¿Que se creen los amos del mundo? Incluso hay quien argumenta que son amables porque su sueldo depende de las propinas. Supongo que la opinión de cada quien dependerá de su experiencia en el tema. Personalmente todo ello me importa poco si cuando tienen que atenderme, lo hacen con una sonrisa y con buena educación. La inteligencia y la cultura realmente sirven de poco si dejamos de lado la amabilidad y la educación a la hora de tratar con los demás.
EE.UU. es un país que o bien levanta pasiones o, por el contrario, genera grandes odios. Yo procuro no decantarme hacia ninguno de los dos extremos y, como todo en esta vida, quedarme con aquello que encuentro positivo y que puede aportar valor al trabajo que realizo.
Esta vez me llamó la atención que, a pesar de las muchas noticias sobre crisis y demás desastres económicos, la gente se mostraba optimista, la mayoría tenía un discurso en positivo y prácticamente todos estaban convencidos de que Obama haría un gran labor.
No soy economista, ni gurú de las finanzas, ni analista internacional pero – como persona de a pie – la sensación que me llevé fue la de que son conscientes de que tienen problemas y se están organizando para arreglarlos. El pragmatismo por encima de todo.
Por otra parte, me sorprendió una vez más el excelente servicio y la predisposición de la mayoría de las personas que trabajan de cara al público para facilitar la vida al cliente. Como viajábamos con gente mayor y alguno que otro con problemas de salud, hicimos alguna petición especial respecto a la alimentación, a los desplazamientos y a los horarios; la respuesta habitual solía ser “no problem”.
Crisis o no, todos los establecimientos contaban con el personal necesario para dar un buen servicio y ese personal tenía la actitud correcta para tratar con el público. Nos atendieron personas de 16 años y personas de 75, nos atendió gente de todas las nacionalidades y “pintas” posibles y el denominador común fue la sonrisa. ¿Que son ingenuos? ¿Que son incultos? ¿Que se creen los amos del mundo? Incluso hay quien argumenta que son amables porque su sueldo depende de las propinas. Supongo que la opinión de cada quien dependerá de su experiencia en el tema. Personalmente todo ello me importa poco si cuando tienen que atenderme, lo hacen con una sonrisa y con buena educación. La inteligencia y la cultura realmente sirven de poco si dejamos de lado la amabilidad y la educación a la hora de tratar con los demás.